Es un hecho bastante generalizado el creer que la innovación empieza con “ideas”. Según esta hipótesis, primero se plantean ideas y luego se convierten en innovaciones. Por lo tanto, se asume que un proceso de innovación estructurado, comienza con la generación de ideas.
La creencia debe venir de la tradición y de que, la investigación tanto científica como tecnológica, se basaba en los “descubrimientos”, en cierto modo en el azar y también en la genialidad.
Podemos convenir, sin embargo, que ni en un caso ni en otro estamos describiendo la realidad. Puede ser que estuviéramos confundiendo la innovación con la creatividad.
Pero el trabajo práctico en procesos de innovación nos muestra que podríamos estar años y años generando ideas, seleccionando entre ellas, convirtiendo algunas en proyectos y desarrollando estos proyectos hasta obtener resultados, todo ello sin mucho éxito. Un consumo precioso de tiempo y recursos. Conviene no olvidar que la innovación consiste en obtener resultados útiles.
Con esto nos daríamos cuenta de que quizás no es este el camino en el que se desarrolla la innovación en la realidad, ni que sea una guía eficaz de cómo se debe gestionar.

La experiencia también nos muestra que las empresas con más éxito y con más continuidad innovadora suelen ser aquellas que inician el proceso de innovar desde una perspectiva estratégica. Es decir, identificando primero y de acuerdo con su propia visión, sus objetivos estratégicos, las tendencias clave en la sociedad y el desarrollo tecnológico, para definir sus oportunidades de futuro.
Valoran sus posibilidades, siguen modelos detallados de beneficio/riesgo, y dentro de la incertidumbre del desarrollo innovador, se concentran en aquellas ideas con las que mejor puedan conseguir sus objetivos estratégicos. Es una manera de no olvidar que los recursos siempre son limitados y es útil no diversificar innecesariamente su uso.
Lo anterior significa “prever posibles áreas innovación” para concretar en que tipo de ideas se debería trabajar y fijar las posibles inversiones en innovación.
Es decir, la innovación empezaría realmente en la capacidad estratégica de prever los cambios, las oportunidades y desarrollar “áreas específicas” donde generar ideas. Más que en una generación pura y dura de ideas.
Innovación permanente o eventual
Llegados a este punto me gustaría distinguir entre la innovación esporádica o eventual y la innovación permanente.
El primer caso puede que se acerque más a un proceso originado en una idea inicial y se aproveche para iniciar un nuevo modelo de negocio. Normalmente hablaríamos de una ‘startup’ o una empresa pequeña. La generación de ideas, su selección y filtrado sería en estos casos el modelo de inicio adecuado.
En cambio, en las empresas grandes, es donde se hace más necesaria la innovación permanente, para mantener su liderazgo innovando continuamente y lo que es más difícil, con éxito.
La innovación permanente es un proceso continuo de innovación, una tema de estrategia, método y hábito. Las organizaciones que adoptan la innovación como un valor central, practican la innovación con una metodología probada y desarrollan innovaciones con resultados consistentes.
La innovación permanente es, por tanto, un proceso humano y estratégico, más allá de lo puramente tecnológico, y la excelencia se logra mediante la repetición adecuada de los métodos correctos.
El concepto de innovación permanente puede ser sorprendente al principio o incluso parecer una contradicción. Hacer algo continuamente y con método implica estabilidad y una cierta ausencia de cambio, mientras que el concepto de innovación va asociado al cambio y novedad. La combinación de los dos, sin embargo, produce una síntesis importante:

Es la práctica de la innovación, no como un hecho ocasional, sino como una repetición, un proceso de creación de valor y adaptación organizativa. Incluso en las ‘startups’, o en las empresas que nacen de una idea innovadora, aquellas que aprovechan una buena idea en un momento oportuno, podría existir previamente una decisión estratégica sobre el área, el sector, modelo o nicho de mercado sobre el que se aspira incidir.
Posibles estrategias
Sin embargo, explorar el futuro y estudiar diferentes escenarios que se pueden presentar con mayor probabilidad, así como nuestra respuesta óptima al cambio, no es fácil y requiere recursos.
La alternativa suele ser optar por una estrategia de agilidad en la adaptación a los cambios en el entorno, y estar preparados para actuar rápidamente.
Ver:
Test de evaluación
Facilitamos una herramienta de evaluación básica para medir la gestión de la innovación y la capacidad de innovar de las empresas y organizaciones.
Los resultados se presentan en 6 o 12 áreas que hemos considerado importantes para el éxito del proceso de innovación y la creación de una cultura innovadora.
Consta de un cuestionario con 50 preguntas presentadas en 5 tablas. Cada una con 10 preguntas relacionadas con 5 áreas. Los resultados del test pueden orientar a conocer mejor nuestra organización y el tipo de mejoras a aplicar en el área de innovación.